viernes, 1 de agosto de 2008

La tela negra


Cierto día, de cierto mes de cierto año, en la playa de una isla cualquiera, y en cualquier lugar, miraba desaparecer el sol en el poniente, negro el mar y rojo el cielo, con destellos multicolores apurados en franca y vertiginosa huida.

Me sobraba imagen, o me faltaba algo más con que mirar como se fundían, para darle la bienvenida a la noche, y caer en cuenta que la luna faltaba a su obligatoria cita.

Noche cerrada, la negrura atrapaba hasta lo oscuro, las estrellas me dieron la espalda, para hacerme más visible lo invisible.-¿Qué es eso, esas dos luces que flotan en el aire? Me pregunté extrañado, y con los bellos de los brazos erizados.Me oculté en la negrura de la nada y esperé, curioso y asustado, preguntándome…- ¿Si estaba solo en esta isla, que podría ser, sino un ave que el suelo en la oscuridad buscaba?- Son ojos, me decía, intentando divisar alguna forma que delatase una figura.

Pasaron unos minutos, ya estaba cerca, casi sentía su aliento, mientras la silueta de una diosa dibujaba sus contornos, en la tela negra de la noche fría, y luego, abrí los ojos y miré el techo de mi habitación y me pregunté sonriendo.- ¿Por qué no? si todo es posible, dicen lo libros de los sueños.

Así es la magia de las noches negras, sin estrellas ni lunas que hagan visible lo que invisible es, cuando el sol y el mar se abrazan, en el poniente de cualquier isla de cualquier mar y de cualquier fantasía.

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